Velázquez, correspondencia con Sudeste Asiático
En el ZEN Asian Supper Club te puedes sentir Bill Murray o Scarlett Johansson en Lost in Translation. Aunque al otro lado del ventanal no está la noche de Tokyo, sino la madrileña calle de Velázquez, el inmenso salón del restaurante, mediante una acertada luz íntima y reflejos del llamativo neón, hace viajar al comensal al hotel Park Hyatt.

Luces de neón y entrada a otro mundo.
El trayecto arranca en Japón por la estética y por el sushi, y hace un recorrido por todo el sudeste asiático, con especialidades niponas, chinas, tailandesas o vietnamitas. Ah, y si hablamos de ambiente, nada que envidiar a un paseo nocturno por clubes de Londres o Nueva York. ¿Y la terraza? Un patio luminoso y moderno, que compite en dimensiones con el interior y en vegetación con el Jardín Botánico de Madrid. Bueno, en esta última comparación me he dejado llevar, pero el sitio es bonito. Creedme o id y comprobadlo.

Ese de ahí parece Bill Murray…
Ahora lo que importa. La comida. Parto de una experiencia propia, personal e intransferible; sin embargo, hay una generalización que me atrevo a suscribir: se come mucho y bien. La cantidad que se beba ya es cuestión de cada uno, pero nosotros brindamos con prudencia y con un Mernat de NOC rosado, suave y sin estridencias, para no marcar excesivamente ningún plato. Nos regó con excelencia desde el minuto uno; arrancamos con un tartar de atún. Si ya suena bien hasta fonéticamente (pronunciad en alto un melódico “tartar de atún”), si le agregamos aguacate, mango, algas y huevas de pez volador, es una sinfonía. Así, para empezar.

Bellos dumplings, os echo de menos.
Seguimos con dos gustos que brillan en el paladar: el picor y el frescor. El picor de la salsa que flotaba bajo unos dumplings chinos, concretamente de Sichuan; el frescor de una hoja de menta que sabiamente nos recomendó el camarero para acompañar un rollito vietnamita de pollo y verdura, mojado a su vez en salsa de pescado. De ahí pasamos a una experiencia obligada, el pato laqueado al estilo Pekín, con el que armamos unos burritos asiáticos (perdón por el terrorismo gastronómico) en una fina tortita a la que añadimos también puerro, pepino y, la reina de las salsas, la benditamente espesa Hoisin.

Una foto para saborear.
Faltaba Tailandia en la alineación y llegó en forma de pad thai de langostinos, de los que destacaría el delicioso grosor de los tallarines. Pensábamos que este era el punto final, cuando nos llamó la atención una palabra en el apartado de sashimi. Toro. ¿Toro? ¿Toro crudo? Con un puntito de vergüenza, aprendimos que se le dice “toro” a un corte específico en el lomo de atún, en el pecho, si los atunes lo tuvieran. Perdida la vergüenza, aprendimos que este corte es la parte más exquisita de este pescado. ZEN Asian Supper Club alimenta y educa.

Una imagen vale más que mil palabras, pero… ¡leedme, vaguetes!
Si con mango empezamos, con mango íbamos a terminar. En el postre y en forma de helado, el mango, delicadamente ácido, contrastaba con las burbujas de la tapioca, un almidón procedente de la yuca, cuyo dulzor explota literalmente en la boca. Raramente en un restaurante te olvidas de la ciudad en la que estás. Advertimos del peligro, porque te puede pasar en ZEN Asian Supper Club que entres por Velázquez y salgas por el cruce de Shibuya o por la calle Wujiang. Además, me permito un consejo. Si podéis, id en horario de cena. Nosotros fuimos a comer, pero el gigantesco neón de la entrada y la mesa de dj prometían un afterwork y una previa a la fiesta de lo más interesante.
Datos de interés:
Qué: Restaurante ZEN Asian Supper Club
Dónde: Calle Velázquez, 128
Cómo llegar: Núñez de Balboa (metro, L5-L9) / Avenida de América (metro, L4-L6-L7-L9) / 9, 19, 51 (bus)
Cuánto: 35-40€ aproximadamente