Un asador nada tradicional en pleno barrio de Salamanca
En pleno barrio de Salamanca se erige este enorme restaurante. Tras sus grandes puertas correderas descubrimos un espacio diáfono y amplísimo, con altos techos y varios espacios. La luminosidad del espacio y la extensa sala, se compaginan con un ambiente, por contradictorio que suene, intimista y acogedor. Tras su apertura en abril de 2018, continúan gozando de un gran éxito.
Como ya hemos mencionado, observamos varios ambientes nada más entrar: una enorme barra de mármol, situada en centro del local donde poder picotear de forma más informal y distendida; una zona de mesas altas para disfrutar de un café o un cóctel; y un área de terraza además de diferentes secciones para disfrutar de la deliciosa comida.
Al frente de las cocinas se encuentra el prestigioso cocinero Gonzalo de Armas, conocido por su experiencia en el restaurante Filandón. En el Carbón Negro mantiene las bases de la cocina que le hicieron famoso: cocina tradicional, basado en una impecable calidad del producto y tomando la tradición de varias regiones de España (País Vasco, Galicia, La Rioja). Podremos observar cómo trabajan a través de la enorme cristalera.
Lo que dota de fama al restaurante son las brasas, ya que este restaurante es esencialmente un asador, aunque disponen de guisos y otros platos tradicionales, así como algunos platos más vanguardistas que tuvimos la oportunidad de probar. Pero si son de los que disfrutan de unas buenas brasas, este es su sitio.
Comenzamos disfrutando de los mejores, o que yo humildemente, y en mi propia y corta experiencia, Bloody Marys de todo Madrid. Lo acompañamos con una mantequilla con sabor ahumado que probamos por curiosidad y acabamos devorando. El primer plato fueron unas riquísimas croquetas de jamón y de changurro, que estaban muy esponjosas y de fuerte sabor, sobre todo las de jamón. Para continuar, probamos unos buñuelos de queso Idiazabal con base de compota de manzana. Recomiendo especialmente este plato suave y con un sabor muy contrastado entre el fuerte punch del queso y el dulce de la manzana; aquí ya empezamos a notar este esmero en la elección de productos de calidad.
El siguiente plato fue uno más fresco, menos enmarcado en el contexto tan tradicional que venía definiendo al lugar. El aguacate con ceviche estaba delicioso. Además ese ligero toque de la parrilla le daba ese punto necesario para que fuese un plato especialmente particular y con un contraste más acentuado.
Continuamos con uno de los platos más alabados del restaurante: la Txistorra de Arbizu a la brasa, que resume perfectamente los dos elementos más representativos del sitio: la parrilla y el producto de calidad. Si van, es obligatorio pedir la Txistorra.
Y para finalizar la chuleta de vaca vieja de Jaizkibel, absolutamente recomendable. La carne estaba espectacularmente tierna, y el sabor igualmente fantástico.
Y afirmando esto desde la total subjetividad (ya que soy más goloso de dulce), la tarta (por continuar con la hipérbole) es la mejor tarta de queso que he podido probar en esta ciudad, y el mejor plato que puede probar en el Carbón Negro. Incluso si no van a comer allí, acérquense a probar la tarta.
Así que ya saben, el Carbón Negro es una parrilla, con cocina mayormente tradicional, y un especial cuidado en el trato del producto, con un ambiente acogedor, amplio y moderno. Y una tarta de queso que les sorprenderá. Ya están tardando en acudir.
Datos de interés
Qué: el restaurante Carbón Negro
Dónde: Calle Juan Bravo 37
Cómo llegar: metro Diego de León (L6)
Precio medio: 60 euros
Horarios: todos los días de 12:00 a 01:30h
Reserva aquí: página web
Teléfono: 91 088 58 60
Más info: facebook | instagram