El pequeño jardín del Edén
Es el año 2022 después de Cristo. Toda la capital está ardiendo por la ola de calor… ¿Toda? ¡No! Una coctelería llamada Popondetta Yeyé, poblada por los más creativos cócteles resiste, todavía y desde su reciente apertura, al calor. Igual que Goscinny con su Astérix y con su Obélix, Dani Regajo da vida a unas criaturas con alma, con cuerpo y sabor, cada una con un espíritu radicalmente distinto. Las nombra cócteles, pero podían ser perfectamente personajes de un cómic: El Barrio Rojo, Django o Afrodita, hasta los apodos tienen su propia mística.
Era una tarde de mucho calor, pero eso este verano es como no decir nada. Fuimos hasta el centro comercial Arturo Soria Plaza en moto con el aire caliente de la ciudad dándonos en la cara. El mero hecho de cruzar la famosa y larga arteria madrileña nos puso el sudor en la frente y el calor en el pecho. Alcanzamos la zona de terrazas del centro comercial como si fuera el descanso de un partido de fútbol, acalorados y húmedos. Popondetta Yeyé estaba localizado en una esquina y su mero aspecto daba sensación de frescor, de oasis. Se trata de una terraza con mucho verde, que trepa por las paredes y ocupa el enrejado techo abierto, combinado con varios tonos de marrón madera que simulan un espacio selvático. Yo aún no lo sabía, pero esta apariencia aventurera tenía su razón de ser. Ya os explico, no seáis impacientes.
¡Es un viaje! Resulta que el concepto de los cócteles era un viaje. De hecho, Robert, nuestro camarero mitad alemán mitad rumano (¡claro ejemplo de trotamundos!), nos avisó que dentro de poco la carta vendría dentro de un maletín, a modo de equipaje. Ese detalle les faltaba aún, pero lo tienen encargados, se lo perdonamos porque son nuevos en el barrio. Por lo demás, el concepto de viaje está muy cuidado, tanto en la comida como en la bebida. Ya os cuento.
Empezamos con la bebida, porque al fin y al cabo Popondetta Yeyé es una coctelería y, además, el líquido protagoniza nuestros días estivales. Mi acompañante eligió de inicio una Mangonada (México) y yo un Té de los Deseos (Marruecos). Aunque el suyo quizá ganaba en sabor, creo que mi elección fue más acertada como comienzo: a la manera árabe de preparar el té, mi cóctel fusionaba whiskey, lima, té moruno, aroma de azahar, dátiles infusionados en el propio whiskey y un impronunciable Falernun de especias. Era exótico, obviamente especiado y, sobre todo, refrescante. Justo lo que el momento pedía. La Mangonada, por su parte, espesaba y pesaba en la boca, se derramaba más que se bebía, era picante, era golpeador. No en vano su alcohol base era el poderoso mezcal, elegantemente acompañado por humo de licor (¿Qué fantasía es esta?), salsa chamoy compuesta de pimiento asado y mermelada de albaricoque, agave de tamarindo con tajín y ají, de donde provenía el picor, y aloe de mango para suavizarlo.
¡Ah, los vasos en Popondetta Yeyé son artesanales y son específicos para cada cóctel! Si lo habíamos supuesto con los primeros, lo certificamos con los segundos: un Poseidón (Atlántida) servido en un pulpo de cristal y un Mariachi (México, de donde mi compañero no quiso salir) presentado en un vaso de tubo morado con falsas espinas que representaba un higo chumbo. Este último conjugaba tequila, tepache de poco alcohol para compensar, lima para refrescar y agave de higo chumbo para dulcificar. El mío, el Poseidón, se ganó todo. Arrasó toda la competición. Alucinante, sorprendente, imposible, profundizaba en el sabor del mar, simulaba que tragabas una ola para después dejar un reposo exquisito. La joya de la noche, no apto para cobardes. Contenía una ginebra envejecida con erizo de mar, lima encurtida, cordial marino y soda de pomelo para darle la potencia del océano. Gran nombre, mejor cóctel.
Aunque a estas alturas y con estos grados debería haberos convencido ya, os quiero contar un poco sobre la comida. Como decía, Popondetta Yeyé es principalmente una coctelería, pero su cocina, responsabilidad de Néstor López y Carlos Monje, acompaña al mismo nivel y respeta el concepto viajero. Cierto que tiene cierto carácter de aperitivo, pero cada plato que probamos fue un éxito: las papas canarias con mojo rojo y verde, cuyo emplatado emulaba el skyline de una ciudad, con ático de colores y suelo terroso y crujiente, te transportaban realmente a las islas; el taco, con su grumosa tortilla de maíz abrazando la carne, el chicharrón, la cebolla morada y el cilantro, explicaron la obsesión de mi amigo con la cultura mexicana. También ordenamos el brioche de sepia picante, que me hizo exclamar “¡la madre que la parió!”, pero que repetiré la próxima vez, porque soy masoca y porque su sabor era realmente adictivo. Cuidado con el polvo de tajín, tremendamente fuerte, y atentos a la textura perfecta de la sepia. Por último, dimos un paseo por Cuba con un sándwich de roastbeef con encurtidos, que terminó de dibujarnos la sonrisa en el rostro.
La barriga llena, agua vaporizada sobre las cabezas, una agradable charla con Robert, algo más de alcohol en vena del que deberíamos tener un jueves… ¿qué más le pedíamos a la vida? ¡Un postre, por supuesto! Zanjamos la velada con un F*ckin Donut, rodeado de crema inglesa de Baileys y tofe salado, llovido de palomitas dulces, que haría necesaria a la brigada antiexplosivos. Lo desactivamos con el último cóctel, pedido responsablemente sin alcohol, que iba de la mano del postre: Lard Lad Donut (Springfield), con horchata, lima y naranja, coronado con la homérica (de los Simpson, no del griego) mantequilla de cacahuete.
Mientras nos despedíamos del carismático Robert, el otro camarero llevaba un cóctel… ¡con Peta Zeta! No quería preguntar para no caer en la tentación, pero al fin y al cabo es mi trabajo. Se trataba de un Carnaval (cachaza, licor de flor eléctrica, etc…). Y no quiero dar ideas sobre campeonatos alcohólicos, pero hay 16 cócteles en carta. Parece perfecto para hacer octavos de final, cuartos, semis y final. Por favor, que sea en días distintos. Apuntad: Popondetta Yeyé, pequeño jardín del Edén en el Arturo Soria Plaza.
Datos de interés
Qué: Coctelería Popondette Yeyé
Dónde: Calle Arturo Soria, 126 | Centro Comercial Arturo Soria Plaza
Cuándo: Lunes a Domingo (13:00-01:00)
Cómo llegar: metro Arturo Soria (L4); Barrio de la Concepción (L7) | bus 11, 53, 70, 122
Precios: cócteles entre 10-15€