Noches de tabaco, sexo y rock&roll
Vibraba Madrid. Era sábado, uno de los equipos de la ciudad se iba a convertir en campeón de Liga y el sol lucía rayos primaverales. Antes de que cayera la oscuridad, arranca el monólogo Fortnique de Toni Moog y, aunque fuera la ciudad sigue clara y luminosa, dentro del Arlequín se hace de noche, el escenario se convierte en un bar oscuro, lleno de humo, antiguo, de ligar de madrugada, de cubata a tres euros, donde el tema predominante es uno y único: el sexo.

Solo ante el peligro. Y me refiero al público. (Foto: @akanemayo_fotografia)
Toni Moog es un humorista catalán que llegó a la comedia por casualidad. Un buen día, en Barcelona (qué sutileza la mía) se subió a un escenario y casi que nunca más bajó. De los bares catalanes pasó a la Paramount Comedy y dio el salto definitivo al humor comercial con Homo Zapping y un monólogo en El Club de la Comedia. Además, se hizo fuerte en el formato stand–up y es un habitual en la mítica sala Pepe Rubianes de Barcelona, donde ya cuenta más de mil actuaciones. Y ahora, directamente desde el puente aéreo, presenta Fortnique: folla como puedas en el teatro Arlequín de Gran Vía.

Pensad, pero no mucho. (Foto: @akanemayo_fotografia)
El show está cargado de humor sexual, como se puede advertir desde el título. Sin llegar al punto de crueldad negra de Miguel Lago o de la brutalidad oculta de Juan José Vaquero, Toni Moog se alinea con estos cómicos en el monólogo sin demasiados filtros de corrección política. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que se pierda de vista el fin humorístico y se parta desde el respeto. Toni Moog da lo que se espera de él: voz ronca, aspecto rudo, lenguaje soez y temas clásicos. El artista barcelonés sigue la línea gamberra que marca el hashtag de su camiseta: #sudalapollismo.

Para pasar el ibuprofeno. (Foto: @akanemayo_fotografia)
En ese mismo estilo directo y agresivo, su interacción con el público va de lo fluido a lo rocoso. Algunas bromas rozan el límite de la incomodidad, otras directamente lo traspasan. La apuesta es arriesgada, porque uno solo tiene el control de sus actos y se la juega a la reacción del otro. En ese aspecto, Toni Moog es valiente y, aunque hubo algún momento estancado en el diálogo con los asistentes, supo reconducir el espectáculo hacia las tranquilas aguas del plan previsto.

Creo que simulaba usar un dildo como masajeador. (Foto: @akanemayo_fotografia)
En resumen: el viejo Toni de siempre. Si lo conoces y te gusta, ve a verle. Si miras sus monólogos en YouTube y te partes, ve a verle. Si te has bebido un par de cervezas y andas con ganas de fiesta, ve a verle. Si sois un grupo de siete amigos, ve a verle. Sin embargo, si esperas humor sofisticado, chistes irónicos, críticas políticas agrias, un agudo análisis social… este no es tu show. No lo tomes como crítica, si no como recomendación: Toni hace lo que sabe y lo hace bien.
Información
Qué: Monólogo «Fortnique» de Toni Moog
Dónde: Teatro Arlequín (Calle de San Bernardo, 5)
Cuándo: Viernes y sábados a las 20.00h | Domingos a las 18:00h
Cuánto: 14 euros | Comprar entradas aquí